Aunque cueste creerlo, desde la Edad
de Piedra que el perfume es utilizado por los hombres. Cuál
es la historia de una de las industrias mundiales más
rentables.
Los inicios de la perfumería
se remontan a la Edad de Piedra, cuando los hombres incineraban
maderas aromáticas para complacer con humo (per fumum)
a sus divinidades. De ahí el origen de la palabra.
No obstante, la fabricación de perfumes
para uso humano comenzó con los egipcios, quienes fueron
los primeros perfumistas artesanales de que se tiene noticia
y que lograron extraer aromas naturales de los más
variados tipos.
Para que se tenga una idea de cuánto
avanzaron en ese sentido alcanza con mencionar que cuando
se abrió la tumba del faraón Tutankamon se hallaron
más de tres mil potes con fragancias que aún
conservan su olor, a pesar de haber permanecido enterrados
por más de 30 siglos. Por aquellos tiempos las egipcias
colgaban de sus cuellos pequeños recipientes de barro
con sustancias aromáticas y llegaron a creer que el
buen olor no sólo seducía a los hombres, sino
que ahuyentaba las enfermedades.
Con el tiempo, la perfumería
sufrió muchas transformaciones, hasta llegar a la producción
industrial y a la categoría de artículo de lujo
con la que hoy se la conoce.
Uno de los descubrimientos claves para llegar
a esto fue el hallazgo árabe del alcohol, en el siglo
VIII. Aceites y resinas olorosas diluidas en el alcohol revelaron
toda la plenitud de sus cualidades aromáticas, dando
así origen a perfumes mucho más finos.
LOS PRIMEROS PERFUMES FAMOSOS
El primer perfume famoso elaborado con alcohol
fue una crema llamada Agua de la reina de Hungría,
que debe su nombre por ser el predilecto de la princesa húngara
Isabel, a principios del siglo XIII.
Los griegos, que consideraban el perfume
corno un don de Venus, usaban un aroma diferente para cada
parte del cuerpo: menta para los brazos, mejorana para los
cabellos, aceite de palma para el pecho, tomillo para las
rodillas y aceite de orégano para las piernas y los
pies, entre otros.
El primer perfume elaborado con fines comerciales
data del siglo XIV, y se conoció en aquel entonces
como Agua de Reina o Agua admirable, nombres que le dio su
creador, el químico y comerciante italiano Juan María
Farina, quien en 1709 se estableció en Colonia,
una ciudad del imperio Prusiano. Años después
de su famosa invención, se supo que Farina obtuvo la
fórmula de un monje que había vivido muchos
años en Oriente.
Precisamente, de todas las fragancias
existentes en la actualidad, la más antigua es el "Agua
de Colonia 4711", creada en 1796 y considerada
a su vez el primer perfume unisex del mundo. Entre los famosos
de la historia que lo usaron figura Napoleón
I y su amada Josefina de Beauharnais.
Según el novelista Alejandro Dumas
(hijo), por esa época todo el mundo se bañaba
en perfumes excepto, los filósofos, que preferían
diferenciarse por su mal olor, aunque muchos de ellos sucumbieron
también en la tentación de usarlos.
El perfume como tal como se conoce en la
actualidad se divide en extractos -el que más perdura
en la piel - mientras que el agua de tocador es una versión
más suave. La colonia es de olor más
delicado y muy refrescante. Los perfumes con aromas
de flores tienen ingredientes básicos como el jazmín
y la rosa, aunque se produce también con gardenias,
violetas, narcisos y lilas. Los hay elaborados con fragancias
críticas como el limón y la naranja, tanto de
sus flores como de sus propios frutos.
Los aromas orientales son los más
sensuales y están compuestos por el patchouli y el
almizcle. Tienen un perfecto equilibrio entre las flores y
las especias, e imparten un aire místico.
Hay quienes afirman que saber perfumarse
es todo un arte y aconsejan echarlo en aquellas zonas del
cuerpo donde los latidos son más intensos, como por
ejemplo, las muñecas, los tobillos, las sienes, los
lóbulos de las orejas y el busto, ya que el calor del
cuerpo activa su fragancia y la hace más duradera.
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