Historia de la yerba mate: importancia cultural de esta planta sudamericana
Origen y evolución del uso de la yerba mate
La historia escrita de la yerba mate se remonta al año 1612, cuando Ruiz Díaz de Guzmán señalaba que las hojas de yerba mate ya se empleaban desde el año 1592. Pero lo cierto es que los aborígenes locales, los indios guaraníes, ya las empleaban desde tiempos inmemorables. Descubre un poco más de la historia de la yerba mate.
Orígenes de la yerba mate
La historia de la yerba mate se remonta a los mismos aborígenes, los guaraníes, que poblaban la zona del río Paraná desde tiempos remotos. Ellos, que tienen su propia explicación del origen de la planta con su “leyenda de la yerba mate”, bebían el caá (así le llamaban) en una vasija de barro, generalmente empleando su propia dentadura para colar la yerba, o escurriendo en su boca el vegetal y, posteriormente, usando un cañamo para filtrarla. Demás está decir que no existía el uso de bombillas por aquel entonces.
Recién en 1612 se conocen los primeros testimonios escritos por los colonizadores ibéricos acerca de esta mágica y misteriosa planta. Ruiz Díaz de Guzmán escribía sobre ese vegetal a Hernando Arias. Ya para ese entonces, los españoles la llamaba “hierba del Paraguay”, pero ignoraban que esta planta crecía de manera silvestre en plena selva. La yerba mate ya era moneda corriente también para los colonizadores, que encontraron en ella una excelente bebida exótica estimulante.
Los jesuitas y la producción de la yerba mate
Los jesuitas fueron un eslabón clave para que la yerba mate abandonara su estatus de planta que empleaban solamente los indígenas para ser una bebida que se propagaría dentro de toda la colonia española en esa zona de Sudamérica.
Si bien, en sus comienzos, la consideraban una bebida profana y peligrosa, hasta el punto de llevar el caso a consideración del tribunal inquisidor de Lima, luego se dieron cuenta de lo bien que hacía y de sus múltiples beneficios. Así fue como comenzaron a cultivar la yerba mate y a comercializarla, hasta que finalmente se convirtió en la principal fuente de ingresos de las misiones jesuíticas.
Ya para el siglo XVIII, la yerba mate no sólo llegaba a Buenos Aires y otras ciudades importantes, sino que también su consumo era algo habitual. De hecho, las clases altas porteñas tenían dos siervas cebadoras de mate: una para el dulce y otra para el amargo.
Los jesuitas finalmente fueron expulsados de su misión y todo el buen trabajo que habían hecho con respecto a la yerba mate parecía que iba a perderse. Pero afortunadamente nada de eso pasó. Los aborígenes recogieron el legado y continuaron cultivándola y comercializándola. Gracias a esto, en principios del siglo XX, en Misiones, la provincia yerbatera de la Argentina por excelencia, ya se encontraban las primeras plantaciones con tintes industriales.
El resto es historia conocida... Pero es bueno que sepas todo lo que costó que ese sabroso mate llegue a tus manos.
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