Luces y sombras del vino ecológico

Mucho hemos oído hablar del vino ecológico y sus propiedades para la salud pero ¿qué hay de cierto en todo ello?.

La pregunta es si existe cierto oportunismo entre los viticultores cuando hablamos de vino ecológico ya que últimamente hay muy pocos sectores productivos que dejen pasar la moda de la ecología, desde una perspectiva más interesada que real.

La apuesta por el medio ambiente está generando una enorme variedad de vinos cuya razón de ser se encuentra en el tratamiento natural de los campos. Se trata del rechazo a la utilización de los productos químicos en los viñedos. De esta forma, estos viticultores verdes huyen de los pesticidas, herbicidas y fertilizantes en sus cepas, empleando productos naturales para combatir las enfermedades que afectan a las plantas, como hierbas, cebadas, la cola de caballo e incluso las ortigas.

De todas formas, resulta evidente, y ello merece la crítica de quienes desconfían de la realidad de estos productos, que, en el campo se utiliza maquinaria y por tanto ecología y "maquinaría" no pueden estar muy unidos, ¿no les parece?. Ahora, la moda de los tintos, blancos y rosados medioambientales pretende imponerse aunque todavía está lejos de la producción nacional tradicional, plagada de caldos destinados a la exportación en pujantes mercados mundiales.

Algunos expertos señalan que los vinos ecológicos tienen una vida más corta y un imparable proceso oxidativo pero es muy posible que se trate de una estrategia para no desprestigiar la producción tradicional. También señalan que los rendimientos de las hectáreas de viñedo ecológico son menores y aunque esto no sea un problema grave si que puede encarecer su precio en el mercado. No obstante, algunos enólogos sostienen que supone una delicia pasear por un viñedo ecológico, observar la fermentación y vinificación que es mucho más esencial y limpia.

Ahora, el último grito del vino ecológico es la biodinámica, movimiento que intenta analizar la evolución de las vides según las fases lunares y la colocación de los planetas que ideó Rudolf Steiner, a principios del XX. Tendencia que otorga mucha más importancia a elementos psicológicos que técnicos o de planificación. Sea como fuere, no deja de ser una opción más sobre la producción de vino.