Tratamientos para la ansiedad y la depresión

Como cualquier otra enfermedad, los estados de ansiedad y la depresión deben ser considerados de una forma consciente y seria, pero no hasta el punto de caer en una sensación excesivamente alarmista, entre otras cosas porque, lejos de remediar sus efectos, contribuimos a agravarlos.

Así, mientras que los estados de ansiedad suelen ser tomados demasiado a la ligera, incluso por parte de algunos médicos, a la depresión se le otorga con demasiada facilidad una carga de trascendencia y de gravedad que no se corresponden con la realidad, provocando en el paciente una percepción que en nada ayuda a su curación.

En lo que a los estados de ansiedad se refiere, cabe diferenciar entre los que podríamos dar en llamar de protección, y que aparecen siempre como reacción a una situación negativa para nuestra mente –un animal al que tenemos miedo, un acontecimiento que nos desagrada- y los patológicos, que son los que cobran tal intensidad que pueden desembocar en problemas físicos además de cognitivos y de conducta.

En cualquier caso, hay una tendencia natural a evitar situaciones, lugares u objetos que, por una razón u otra, nos producen cierto nivel de ansiedad. Esto no sólo reduce la posibilidad de sufrir de ansiedad, sino que en ocasiones puede incluso agravarla.

Por ello, si por ejemplo tenemos una especial tendencia a sufrir de ansiedad cuando permanecemos en un sitio cerrado o angosto, huir de los ascensores no nos va a librar de la ansiedad. De hecho, podemos llegar a un punto en el que sólo ver –aunque sea de lejos- un ascensor abierto nos produzca ansiedad. Es importante, en estos casos, iniciar una terapia de choque y, aunque sea de forma paulatina, enfrentarnos a esos miedos o fobias que nos atenazan, comprendiéndolos, asimilándolos y, sin demasiado dramatismo, convencernos de que es algo que no se corresponde con un peligro real y que tenerlo no nos convierte en "raros" o locos.

El proceso mental que desemboca en una depresión –aparte de que parece tener una relación directa con la reducción de los niveles de endorfinas- es similar. Por ello, en ambos casos cobran especial relevancia como tratamiento la intervención de fármacos, pero también de remedios naturales –tales como la fitoterapia-, así como de encontrar sistemas de relajación que nos resulten efectivos y terapias de conducta y cognitivas.