Propiedades de la sal marina

La sal marina ha comenzado a ganar preponderancia en muchos ámbitos culinarios. Y no sólo debido al sabor y sino también por las condiciones en torno a cómo se genera y se produce esta sal. Estos procesos terminan por conferirle una gran cantidad de nutrientes, que la convierten en una opción de cabecera para todos aquellos que quieran algo más que sodio sobre la mesa.

En primer lugar, no debe confundirse a la sal marina como un elemento que pueda usar indiscriminadamente ni tampoco es apta para hipertensos. En su versión sin refinar cuenta con un 86 por ciento de cloruro de sodio (contra un 99 por ciento de la sal tradicional). Pero aquellos que sí pueden utilizar sal, ya verán sus beneficios.

Además de demandar una menor cantidad (su sabor es más fuerte y con una porción pequeña se pueden realzar los platos sin problemas), tiene un gran contenido de minerales: calcio, yodo, magnesio, potasio y otras sustancias que toma del agua marítima.

Lo curioso (o no tanto) es que su composición no siempre es la misma. De acuerdo al mal que provenga, su contenido de minerales puede variar. Más allá de esto, siempre tiene un porcentaje de sustancias aditivas que la convierten en una auténtica sal enriquecida naturalmente.

Si empleas sal común habitualmente, no deberías dejar de pensar en pasarte a la sal marina. Es que, a la larga, incluirás en tu alimentación muchos minerales esenciales que nunca están de más en tu cuerpo.